Carta de un hijo a su padre

Carta de un hijo a su padre

No me des todo lo que te pida. A veces sólo te pido para ver hasta cuánto puedo tomar.
No me grites. Te respeto menos cuando lo haces, me enseñas a gritar a mí también y no quiero hacerlo.
No me des siempre órdenes, yo haría las cosas más rápido y con más gusto.
Cumple tus promesas, buenas o malas. Si me prometes un premio, dámelo, pero también si es un castigo.
No me compares con nadie, especialmente con mi hermano o hermana, si me haces lucir mejor que los demás, alguien va a sufrir y si me haces sufrir peor, seré yo quien sufra.
No cambies tu opinión tan a menudo sobre lo que debo hacer; decídete y mantén esa decisión.
Déjame valerme por mí mismo. Si tú haces todo por mí, yo nunca podré aprender.
No digas mentiras delante de mí, ni siquiera para evitarme un castigo; me enseñas a mentir.
“No me pidas que mienta por ti...” Sería durísimo comprobar que al hijo le resulta fácil hacerlo.
“Cuando hago algo malo, no me exijas que te diga, por qué lo hice..Cuando estamos confundidos, en pleno conflicto, es muy difícil reconocer el por que de nuestra conducta. Más productivo será reflexionar junto con nuestro hijo en el para que cree que le sirve lo que está haciendo, pero no como en un interrogatorio policial, sino una indagación entre ambos”.
“Cuando estés equivocado en algo, admítelo…” Esta demandado un modelo que no tuvo o no pudo incorporar.
“Trátame con la misma amabilidad y cordialidad con que tratas a tus amigos…” Los padres deben ser padres, no amigos, pero lo que aquí se está reclamando es amabilidad y cordialidad en el trato”.
“No me pidas que haga una cosa si tú no la haces…” Haz lo que yo digo y no lo que yo hago parece ser la norma, y como sabemos, lo que el niño incorpora es justamente lo contrario”.
“Cuando te cuente un problema mío, trata de comprenderme y ayudarme…” No hay mejor inversión de tiempo y dedicación que lo de conversar habitualmente con el hijo a medida que crece. Esa sí que es una inversión con excelente rédito a futuro.
“Quiéreme y dímelo…”
“¡Abrázame¡”
Además de sentido y demostrado en acciones, el amor debe ser puesto en palabras.
No somos, responsables por todo lo que haga nuestro hijo ya crecido.
Él debe decidir quién quiere ser.
Pero sí somos responsables por todo lo que nosotros, como padres, hemos hecho o dejado de hacer durante su crianza.
Pensémoslo juntos, en familia.

Autor Anónimo

Estaciones del alma
Río Cuarto
Ayudaalsuicida.blogspot.com